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En su huída, Ingrid Bergman se dirige a la cima del volcán en una de las escenas finales de Stromboli de Roberto Rossellini, se vuelve al Cielo y reza. Por corte, la recreación de ese ‘cielo’ en la película del maestro italiano supone, al modo de ver de Lurf, una ruptura narrativa y estilística respecto al resto del film, que es a la par interesante y extraña. Este fue el punto de partida que motivó al artista austríaco a dedicar dos años de investigación –junto a cuatro asistentes–, en los que generaron un corpus de estudio de 2.400 títulos de todas las edades del Cine, de los que 550 fragmentos de cielos estrellados en orden cronológico componen este largometraje en constante desarrollo. El cielo, su interpretación, la recreación del mismo con diferentes técnicas, la evolución de éstas a lo largo de las décadas, son la fuerza motora de una odisea galáctica por los confines del espacio fílmico. La banda sonora y los diálogos de los fragmentos– no subtitulados de forma intencionada, servirán de marcadores geográficos y temporales para llevar de la mano al ‘viajero espacial’ en una experiencia cinematográfica reveladora y mágica. (Gijón International Film Festival)