Fanático

John Travolta es Moose, un aficionado al cine obsesionado con coleccionar autógrafos de famosos. Obviamente, Moose tiene «algún» trastorno psicológico, porque es egocéntrico, compulsivo, irracional, oscilante, propenso ser un acosador y, por último, sufre narcolepsia. Pongo «algún» entre comillas porque tengo la impresión de que el director y el guionista quiso retratar a un individuo con problemas mentales y, por lo tanto, utilizó todo lo que se le ocurrió en el primer momento. El guion no se ocupa del estado mental del protagonista, se limita a describir de forma superficial, acompañado de la innecesaria voz en off de un personaje secundario, la sucesión de acontecimientos que desembocan en una tragedia de proporciones ancestrales (Fred Durst intenta presentar la historia de esta manera). No sé realmente qué quería decir el líder del grupo Limp Bizkit con esta película y si incluso tenía algún sentido. Sin embargo, aparte del hecho de que Durst hace una publicidad bastante descarada de su banda en una escena, la película es un espectáculo bastante extraño. Como era de esperar, la dirección y el guion son un desastre sin rumbo que puede ser tan malo que resulte divertido para algunos, pero el verdadero «placer culpable» aquí es Travolta. Ver su actuación es como ver a un hombre de sesenta y cinco años haciendo de niño retrasado por primera vez. Definitivamente la película no es agradable de ver, pero aun así querrás terminarlo. Deseo de todo corazón que Travolta vuelva a actuar, pero así de verdad que no. (28.09.2019)