Sinopsis(1)

Get ready for a futuristic love story like no other as comedy legend Andy Kaufman and song-and-dance great Bernadette Peters co-star in this charming, offbeat romantic-comedy by cult filmmaker Allan Arkush. While standing on a bleak factory repair shelf, ValCom-17485 (Kaufman), a robot valet, and hostess robot AquaCom-89045 (Peters) strike up a conversation. What starts as an instant connection soon transforms into love, and the two decide to override their programmed lives and explore the forbidden world beyond the factory window. With the police on their trail and a baby on the way, they’re on the digital road to romance and adventure in this heartwarming comedy that is truly “electric.” (Kino Lorber)

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Reseñas (1)

Goldbeater 

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español En el momento de una creciente manía por la Guerra de las Galaxias, Universal Pictures decidió lanzar al mundo su propio clon de los simpáticos robots parlantes, y así nació Heartbeeps. El público tuvo una oportunidad única de ver al cómico Andy Kaufman, conocido por la película biográfica de Miloš Forman Man on the Moon, como protagonista de una película de Hollywood. Allan Arkush, realizador de divertidas comedias de bajo presupuesto, dirigió la película y consiguió así su primera producción de alto presupuesto, lo que a lo mejor le vino algo grande (uno se pregunta por qué se dejan en la película varias imágenes a primera vista fallidas). El guion fue del poco experimentado John Hill y aquí está el escollo, la película es una búsqueda sin rumbo del sentido de la vida, es probable que pretendiera ser una obra filosófica ligera, pero no resultó del todo así. Incluso la ligereza es en sí es contraproducente, ya que el humor oscila entre lo infantil, lo esperpéntico y lo puramente sin gracia, aunque el guion es consciente de ello y en varios momentos deja que los personajes admitan que los chistes que cuentan son malos. Esa pequeña conciencia es un valor añadido. El final feliz está ligeramente forzado, algo más oscuro podría haber añadido una dimensión diferente y de calidad, pero con todo no la valoro por debajo de la media. A pesar de sus puntos débiles, es sencillamente divertida, conmovedora y extrañamente tierna (lo que Roger Ebert describió con la peculiar frase «es una monada terminal»). De haberla visto de niño, probablemente me hubiera hecho llorar. De hecho está destinado sobre todo a los niños. Para los adultos, al menos, es un asunto extravagante, con una gran música de John Williams. ()

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