La espada del mal

Una película de samuráis más compleja y menos poética que, por ejemplo, la trilogía El lobo solitario y su cachorro. Aquí no hay ningún personaje con el que podamos identificarnos. La película es un estudio psicológico de un hombre, un demonio, que es malo hasta los huesos. La atmósfera oscura de la película es tan densa que podrías cortarla con un cuchillo, pero el final precipitado socava fatalmente todas las tramas significativamente desarrolladas. El resultado parece como si Okamoto hubiera rodado sin las últimas páginas del guión, o como si el rodaje hubiera tenido que concluir prematuramente y se hubiera lanzado al mundo una versión inacabada. No me gustaron especialmente las escenas de lucha, que están más cerca del artificio teatral que de los clásicos del cine de samuráis. (04.02.2008)