Filmmaniak

Una historia mal contada con un personaje principal antipático que actúa como el mayor de los idiotas y al mismo tiempo de vez en cuando suelta alguna pomposa y pretendida sabiduría filosófica en frecuentes voces en off. El argumento es tonto y las tramas «cómicas» no funcionan (en total me reí dos veces). El mejor personaje es el amigo del protagonista, interpretado por Filip Blažek, que es un bonachón. Porque si tuviera que conducir de Praga a Prachatice y viceversa y luego volver a Ostrava cada vez que el protagonista quisiera, sinceramente me rendiría. La película no es mala en cuanto a cómo está hecha, pero es pésima en cuanto a su contenido.

El antihéroe principal Guy Pearce corre por la Australia postapocalíptica en busca de un coche robado, ayudado por un enfermo mental llamado Robert Pattinson. Si al menos hubiera dicho unas palabras al principio y explicado lo importante que era el coche para él, toda la trama habría dejado de existir inmediatamente. El ritmo es lento y la película apenas dura una hora, pero de algún modo consiguieron alargarla hasta casi el doble. El personaje de Pattinson es mucho más interesante que el de Pearson, e incluso Pattinson lo interpreta mejor. Pearce se limita a fruncir el ceño todo el tiempo y el espectador se pregunta por qué hace lo que hace. Probablemente ni siquiera se la recomendaría a los fans del cine postapocalíptico, porque si no tuviera un título al principio explicando que la película tiene lugar diez años después de un desastre no identificado, no me habría dado cuenta de que se suponía que era una peli postapocalíptica.

Hay dos o tres películas al año en nuestro país que son realmente buenas (sobre todo en comparación con el resto de la producción nacional). Fair Play es una de ellas. La fuerte historia de la impotencia en tiempos del socialismo, de la intimidación, el chantaje y la manipulación a través de un régimen inflexible, se ha contado muchas veces, pero nunca en el contexto del deporte. La dirección es muy precisa y limpia, con buen ojo para los detalles y los diálogos elaborados. Judit Bárdos como la talentosa atleta, Aňa Geislerová como su madre y Roman Luknár como el estricto entrenador merecen elogios. Satisfacción.

Un pseudodocumental sobre vampiros que se burla con gracia de los estereotipos vampíricos y realmente hace reír al espectador cuando parodia ingeniosamente su estilo de vida y su rutina diaria. No es frecuente que me ría a carcajadas con una película durante tanto tiempo que la risa pase sin interrupción hacia la carcajada provocada por el siguiente chiste. Y cuando lo logra hacer, lo considero una rareza. En el caso de esta película me pasaba a cada rato, porque contiene docenas, o quizá cientos de chistes buenos (y a menudo bastante sofisticados).

El tema de los inmigrantes de Europa del Este que viven en EE.UU. podría haberse tratado fácilmente de forma muy interesante y atractiva, lo que no es el caso de esta película. Aquí, los protagonistas son personas desesperadas que sólo toman malas decisiones todo el tiempo, haciendo que sus vidas sean cada vez menos soportables. No son personajes simpáticos, y el hecho de que estén relativamente bien escritos e incluso decentemente interpretados no los salva. Ni siquiera la autoparodia satírica relativa a las alusiones a películas de festivales y a no-actores premiados eleva el nivel de la película, y cuanto más se acerca el final, más aburrida se vuelve. Y la subtrama sobre un hombre que desea convertirse en mujer, aunque bien planteada, acaba truncada sin ningún tipo de clímax.

Un documental con un tema fuerte, en el que las manifestaciones y protestas contra el gobierno unieron a los tres mayores clubes de fútbol de Turquía, entre los que suele existir una fuerte animadversión, por no decir un odio declarado. Las audaces tomas de las manifestaciones y de las gradas de fútbol, con cánticos de los hinchas, intervenciones policiales y gases lacrimógenos, resultan atractivas hasta más o menos la mitad, pero hacia la segunda mitad pierden su impacto y se vuelven un poco monótonas con la repetición constante de los mismos eslóganes y escenas temáticas muy similares. No obstante, es un documental muy logrado, informativo y atractivo.

Si sabes qué esperar de Pálfi (por ejemplo, si has visto Taxidermia), Free Fall no te sorprenderá. Presenta siete extrañas historias que señalan fenómenos patológicos y males de la sociedad humana de forma cómico-satírica, pero sólo tres de ellas son realmente divertidas. La mayoría de ellas terminan con un remate disparatado exactamente al estilo fantasioso de Pálfi, que puede escandalizar a algunos de los espectadores más reticentes (y especialmente a las espectadoras), mientras que otros se reirán, pero olvidarán la mitad de los remates en cuanto salgan del cine. Música electrónica super.

¡Una maravilla! Cuarenta años después, la original La matanza de Texas no ha perdido nada de su atractivo y entretiene de principio a fin. Un espectáculo brutalmente directo, contundente y con un ritmo perfecto. Me sorprendió que acabara tan rápido.

Una película extraordinaria, una metáfora inteligente del ciclo de la vida y una historia encantadora que la acompaña (aunque un poco larga). Los dos actores protagonistas están elegidos a la perfección y podría verlos durante mucho tiempo, aunque sólo salieran en una foto. En un espacio realmente mínimo, George Ovashvili despliega una cantidad increíble, a pesar de que la historia que cuenta es esencialmente minimalista (pero para los protagonistas de la película es la más importante del mundo). La bella fotografía y la impresionante (casi embriagadora) dirección, el arte del ritmo y toda la idea que hay detrás hacen de Corn Island una de las favoritas para el premio principal del festival de Karlovy Vary (2014).

Una película independiente, que refleja el alma del actor principal, la existencia humana, la fe en Dios y el ambiente somnoliento de Memphis. No se canta mucho, no pasan muchas cosas, el ritmo es soporífero/hipnótico, la fotografía es poco inventiva, y lo único que realmente se aprecia son los auténticos no actores, que son francamente geniales en algunos momentos (especialmente en la forma en que se expresan). Las mejores son probablemente las dos o tres historias con ideas filosóficas que se cuentan en la película, entre ellas «me corrí en la arcilla» y «encontré un cuchillo clavado en mi pecho» (que no es una hipérbole, en realidad hay un mensaje profundo en ellas, y son divertidas). Por desgracia, no puede decirse lo mismo del resto de la película. Por suerte sólo dura 80 minutos.